Una mañana tontuna, de esas en las que tienes algo de tiempo libre (que ahora tanto escasea) y te apetece hacer algo mecánico, corté un círculo de imitación de piel negra y unos cuantos abalorios grises, transparentes, azules y negros, de distintos tamaños y me puse a coserlos haciendo gala de esa infinita paciencia que sólo en ocasiones me inunda.
Et voilà! Éste fue el resultado, un medallón del que todavía desconozco cuál será su función definitiva: ¿broche, colgante, pulsera, tocado?
Si volviese a tener otra mañana de esas, no descartaría hacer otros para crear un conjunto, pero me temo que por ahora no se van a alinear los astros para dejar unas horejas muertas, así que nos tendremos que conformar con este medallón exclusivo.
Ya os contaremos en qué se transforma finalmente.
¡Feliz fin de semana!
Trabajo de chinitos... ni hao !
ResponderEliminar¡Ya te digo!
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